top of page

Anécdota del diario de un psiquiátrico

ELLA

Israel Rodríguez Hernández*

Número 2, Año 1, julio-diciembre de 2014

 

Aquel frío de esa habitación era insoportable. Solo había una ventana entre esas cuatro paredes. Todo era tan gris, tan aburrido, tan monótono; esquina-pared, esquina-pared. En medio estaban ellos, dos sillas y una mesa, dos tazas de café sobre la mesa acompañados de un vaso de agua.

 

- Esta vez hay que hacerlo bien, sólo tienes que decírmelo todo. No tenemos la necesidad de lastimarnos otra vez.

- ¿Y si no te quiero contar nada?

- Lo tienes que hacer, todos te están observando. Ahora no me podrás hacer nada.

- Sólo necesitaría unos segundos para desaparecerte.

- Ya nos estamos desviando del motivo de nuestra reunión. Cuéntame todo lo que haya pasado. - - ¿Cómo acabaste aquí?

- ¿Si te lo cuento dejarás de molestarme?

- Prometido.

- Está bien.

 

Ella tuvo que acceder, no le quedaba de otra, ya no quería seguir viendo a esa persona. Y así comenzó con todo lo sucedido:

 

“Como ya te había dicho, todo era normal hasta que empezaron a llegar a mi casa personas extrañas. Estaban siempre cuando yo llegaba de la escuela, se quedaban hasta tarde, me dormía sólo hasta que se iban. La verdad me estresaba mucho,  por respeto no les decía nada, pero en verdad me molestaba demasiado que estuvieran todo el tiempo ahí. La verdad no sé si mis papás los dejaban pasar o qué tenían que ver con nosotros, pero todo el tiempo sentía que me vigilaban. Un día hasta cenaron con nosotros. Parecía que a mí era a la única persona que le molestaba la presencia de estos. Parecía que mis padres no notaban que ellos nos estaban acompañando. Ellos no estaban cenando, sólo nos veían fijamente, parados a un lado de la mesa. Pienso que tal vez era un tipo de estudio enfermo y degenerado o que estaban experimentando con nosotros. Llegaron hasta el punto de asustarme.

 

Todo transcurría como si nada hasta que empecé a notar algo aún más extraño. Estas personas estaban reemplazando a mi familia. Primero fue mi padre. Sus ausencias se hicieron más frecuentes, algo que no pasaba nunca. Ya casi no lo veíamos y cuando estaba presente parecía como zombi. Sólo se sentaba frente al televisor y no nos dirigía la palabra hasta que salía. Sólo decía –Ya me voy- y desaparecía tras la puerta como si nada pasara. Hasta su ausencia permanente, una de las personas de las cuales te estoy platicando reemplazo a mi papá. Tampoco hablaba pero hacia todas las tareas que mi padre hacía. Eso fue algo muy confuso y extraño, pero luego siguió mi madre. Al mismo modo que mi padre, ella se empezó a ausentar aún más, desapareció mucho más rápido que mi padre y fue reemplazada también. A esas alturas qué podía hacer…

 

- Los hubieras cuestionado.

- Eso es lo que hice, pero no me hacían caso. Sentía que no existía y temía que pronto me reemplazaran.

 

…Esto fue el colmo, no me hacían caso, y aparte a mí eso me cae muy mal, me pone de mal humor así que trataba de no estar en mi casa el mayor tiempo posible. Cuando tenía que estar me salía al patio a fumarme un cigarrillo mientras me preguntaba qué estaba pasando.

 

Un día ya no pude contenerme más. Me paré frente a estas personas y les empecé a gritar. Les cuestionaba dónde estaban mis padres, pero ellos seguían como si nada. Me estaban ignorando, pero ya no me iba a dejar. El miedo por ser reemplazada se me junto con el odio a estas personas. Subí rápidamente a mi cuarto y saqué debajo de mi cama un bate de baseball que me regaló un amigo. Bajé y amenacé con darles una paliza si no me hacían caso. Pero cometieron un grave error, me ignoraron. Empecé con el que la hacía de mi padre. Lo tiré al piso de un solo golpe. Sólo se retorció pero no hizo ningún ruido. Seguí golpeándolo hasta que su cara quedo irreconocible. Lo hice con todas mis fuerzas y logré dejarlo en el piso inmóvil y sin vida. Le fue peor a la persona que reemplazó a mi madre. Corrió hacia arriba a la recamara de mis padres pero logré entrar antes de que cerrara la puerta. Ya no traía el bate de baseball. En mi mano empuñaba la navaja que hace mucho había tomado de entre las cosas de mi padre. Tumbé a mi supuesta madre y me senté sobre su estómago y brazos para que no se pudiera mover y empecé la carnicería con ella. Una y otra vez encaje la navaja en su garganta. Ella sólo abría la boca como queriendo gritar pero no emitía sonido alguno. Le gritaba mientras ella se retorcía. Yo seguía encajando la navaja en ella una y otra vez. No quería ver su falso rostro así que empecé a apuñalarle la cara hasta que sólo fue un revoltijo de carne y sangre.

Así fue como acabe con estas personas. En ese momento regresé a mi cuarto ya más tranquila y fue cuando apareciste tú. Aun ignoro cómo apareciste pero sé que estabas ahí.”

 

- ¿No se te hace extraño eso?

- Demasiado, pero ahora ya no le doy importancia.

- Supongo que quieres saber quiénes eran estas personas a las que asesinaste.

- Claro que sí. Te juro que si es algún tipo de conspiración los voy a matar a todos.

- Cálmate. Yo tengo la respuesta a tu pregunta.

- ¿En serio? Dime quiénes eran esas personas.

- Lo deberías de saber porque ellos te dieron la vida.

- No entiendo lo que quieres decir.

- Ellos eran tus padres. Asesinaste a tus padres.

- ¡Eso no es cierto, ellos reemplazaron a mis padres!

- ¡Nadie reemplazo a nadie, tú fuiste la que cambió. ¡Todo fue producto de tu imaginación!

- ¡¡¡No es cierto!!!

 

Ella se le lanzó a la persona tirándola al suelo y quedándose sobre ella.

 

- Ya no podrás hacer nada.

- Apuéstalo.

- Tal vez puedas lastimarme pero para ti ya no hay escapatoria de este lugar. Todo ha terminado para ti.

- Tal vez tengas razón pero aún me puedo desquitar contigo.

 

La otra persona sólo sonreía mientras ella, con las agujetas de sus tenis, trato de colgarla de la ventana. Hizo un lazo, le rodeo el cuello y tiró fuertemente hasta que ésta ya no pudiera respirar. Irónicamente seguía sonriendo como si disfrutara de ser ahorcado…

Nadie se percató de lo que estaba pasando en la habitación. Dos compañeros de trabajo iban caminando por los blancos pasillos hasta donde ella se encontraba.

 

- En serio te lo digo, es un caso demasiado dramático.

- Veamos si es cierto, en este negocio he visto de todo. ¿Cómo está el asunto?

- Pues se dice que ella asesino a sus padres violentamente. Los tuvieron que identificar por tejidos ya que quedaron totalmente irreconocibles.

- Vaya que fue salvaje. Y bien ¿Qué tiene ella?

- Pues sufre de…

- ¡¡¡Que paso aquí!!!

 

…Ella nunca dijo su nombre y se fue sin decirlo. Los dos compañeros de trabajo la encontraron ahorcada de la ventana donde ella se encontraba. La descolgaron. Ya su temperatura había bajado hasta sentirla fría.

 

-Se supone que la estaban cuidando.

- Vaya final de historia, terminando con un suicidio.

- Malditos empleados irresponsables. Nunca hacen su trabajo bien. ¿Por qué la dejaron sola? Ella nos estaba esperando.

- ¿Por qué no revisas la cinta de la cámara de vigilancia?

- Esa es buena idea. Primero daré aviso a las autoridades para que vengan por ella. Nos cuestionarán porque ya ha pasado esto varias veces pero no importa, yo cumplo con mi deber.

- Haces bien.

El que estaba a cargo de ella se paró y se dispuso a llamar a una ambulancia…

 

- Oye –le interrumpió el otro– ¿qué dijiste que tenía?

- Ah. Ella tenía esquizofrenia.

 

La enfermedad del universo le dicen los pacientes del psiquiátrico en el que ella se encontraba. Fue ese mismo universo la que se apoderó de ella he hizo que se perdiera en el gran abismo de la locura dentro del psiquiátrico de muerte.

 

*Psicólogo por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí

bottom of page