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La irrupción de jóvenes en la escena de lo público y lo político con el movimiento #YoSoy132 ha marcado, incluso previo a su inicio, el sexenio de Peña Nieto. A lo largo de estos casi tres años, diversas manifestaciones de descontento y de resistencia  han formado parte de la escena política de nuestro país. De distinta naturaleza pero con potencia semejante, tras la desaparición forzada de los normalistas de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, el sentimiento de indignación colectiva se aglutinó en los hogares, calles, plazas y en los espacios públicos y privados de nuestro país.

 

Ambos movimientos manifiestan indignación. Una de las consignas del primero fue oponerse al rechazo a la imposición de un presidente; la consigna del segundo es la presentación con vida de los normalistas. Tejidos de manera semejante y en gran medida articulados en origen, estos movimientos manifiestan la politización de lo social, de lo cultural y de lo personal; el rechazo al ejercicio del poder sobre, es una constante. Para algunas personas el 132 y el 43, están cargados de indignación, dolor, organización y de resistencia.

 

Sofía Irene Córdova Nava, Antropóloga Social

 

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