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La ONU y la seguridad global en el medio ambiente

 

Miguel Ángel Montalvo*

Número 2, Año 1, julio-diciembre de 2014

 

La Sociedad de las Naciones Unidas (ONU), se encuentra ante el desafío de responder de manera eficiente y coordinada ante un reto de tamaño global: el cambio climático y la transformación del medio ambiente, que altera los patrones climatológicos en el orbe. La sobreexplotación de los recursos naturales para la generación de riqueza y el desarrollo económico ha dañado los distintos ecosistemas, provocando así, alteraciones que ponen en peligro al propio ser humano. La acción internacional coordinada es vital para este reto global, pues las decisiones que se tomen en cada uno de los países repercuten en los demás. Es por esto que el papel de la ONU es vital para hacer un frente global.

 

En cuanto al papel del desarrollo económico y su directa relación con la degradación del medioambiente se utiliza a la curva de kuznets ambiental (CKA)[1] para explicar esta correlación. Las variables utilizadas son el coeficiente de gini en el eje Y y el desarrollo económico o tiempo o ingreso per cápita en el eje X. La hipótesis sostiene que entre el producto y cualquier medida de contaminación plausible de ser utilizada como indicador de degradación ambiental se verifica en el largo plazo una relación funcional con forma de U invertida, por lo que el daño ambiental genera una función creciente del nivel de actividad económica hasta un determinado nivel crítico de renta a partir del cual  mayores niveles de renta se asocian a niveles progresivamente mejores de calidad ambiental.

 

Pese a que en los países en desarrollo la actividad económica ejerce una mayor presión sobre los recursos naturales, la distinción entre éstos y los países más avanzados pierde relevancia en el marco de la CKA, si se considera que el daño ambiental es un problema global (Schelling, 1992). Lejos de desalentar las mejoras de eficiencia energética en los países desarrollados, esta conclusión pretende destacar la importancia de que los avances tecnológicos que generen mejoras en la calidad ambiental se derramen hacia las economías menos desarrolladas. La cuestión clave en este punto radica en el reconocimiento de que, si bien el fortalecimiento de la regulación ambiental en países desarrollados ha logrado grandes avances en la minimización de los efectos negativos sobre la calidad ambiental dentro de sus fronteras, los mismos han relocalizado sus industrias más contaminantes en países en desarrollo.

 

Es en este sentido donde la acción coordinada toma mayor impulso ya que la situación requiere de una respuesta global. Cualquier acción tomada por los países desarrollados como los pertenecientes a la Unión Europea no tendrán el impacto esperado si no son secundados por los países del tercer mundo, quienes buscan en primera instancia el desarrollo económico de sus naciones antes del cuidado del medio ambiente. Es por esto imperante que el desarrollo económico de dichas naciones se logre a partir de la adopción de tecnologías limpias y políticas publicas que generan un desarrollo sostenido a lo largo del planeta. Por consiguiente, el Panel intergubernamental sobre Cambio Climático y el programa de la ONU para el Medio Ambiente se convierten en plataformas fundamentales para lograr la acción coordinada internacional para revertir los daños al medio ambiente causados por la mano del hombre.

 

En cuanto a las acciones generadas por los entes internacionales anteriormente mencionados, el pasado 3 de noviembre del 2014 el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) dio a conocer desde Copenhague su quinto informe, en el que pide a los países la eliminación de las emisiones de gases contaminantes para el año 2100. Las disputas por los recursos, como el agua y la energía, el hambre y el clima extremo son ingredientes que exacerbarán en algún grado la desestabilización en el mundo, según el informe. En este sentido, el director ejecutivo de Consejo de Administración del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), Achim Steiner, advirtió que “el cambio climático afecta las temperaturas y las condiciones climáticas de las regiones por lo que, por ejemplo, en África, los mosquitos pueden propagarse de una región a otra con más facilidad que antes, al igual que ocurre en Latinoamérica". Por lo cual, las consecuencias del cambio climático pueden generar una grave situación en la salud mundial.

 

Debido a esto, la comunidad científica ambiental está estrechando lazos con los organismos sanitarios a nivel global. Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), organizó hace unos meses una reunión en Ginebra para discutir el cambio climático y la seguridad sanitaria. "Su conclusión fue que el tratado climático que se firme en París también será un acuerdo por la salud global, porque claramente hay una conexión muy directa entre los cambios ambientales que surgen del calentamiento global y las grandes amenazas a la salud. La emisión de dióxido de carbono y otros contaminantes son causantes ahora de que aproximadamente siete millones de personas mueran prematuramente en el mundo cada año. Esa cifra es mayor que el número de muertes prematuras por VIH/sida y malaria combinadas", según señaló el director ejecutivo de Consejo de Administración del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, Achim Steiner.

 

El pasado 15 de noviembre de 2014, Ban Ki-Moon Secretario General de la ONU mencionó en la reunión del Grupo de los 20 que "El cambio climático es la cuestión que define a nuestra época, por lo tanto, es natural que los líderes del G-20 deban centrarse en ello"[2] , poniendo en la agenda un tema que suele ser relegado a segundo término. En esta misma intervención el Secretario General felicitó el anuncio hecho por Estados Unidos y China de mayores acciones sobre el clima post-2020, que viene de la mano de la decisión de la Unión Europea sobre los objetivos de reducción de un 40% en las emisiones de gases de efecto invernadero.

 

En este sentido, mencionó que se está acelerando la transición hacia una economía baja en emisiones de carbono, resistente al clima. Al igual que instó a otros líderes y a las principales economías, especialmente las del G-20, a presentar contribuciones que sostengan este impulso.

 

En diciembre se celebrará la Cumbre del Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP20) en Lima, donde se prevé que se llegue a un acuerdo previo a manera de borrador que sirva de referencia para la Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático que se realizará en 2015 en París. "En general, en 2014 todos los países están ya interesados en actuar ante la amenaza del cambio climático haciendo lo más que pueden" mencionó Achim Steiner. En esta reunión se definirán las estrategias a seguir ante un reto de carácter monumental para la ONU y para la humanidad en su conjunto. Ahora más que nunca, se requiere de una respuesta rápida y eficiente que atienda todos los factores que afectan en el cambio climático, producto de la actividad del ser humano. Esto es, por tanto, uno de los retos coyunturales más importantes que tiene por delante la ONU en el siglo XXI.

 

Bibliografía

Schelling, T.C., 1992. Some economics of global warming. American Economic Review 82(1), 1-14.

 

 

 

[1] La variable” ingreso” se encuentra correlacionada con la variable “degradación ambiental”, hasta llegar a un punto crítico en el cual, a mayor ingreso, menor degradación ambiental. Esto, debido a que parte del aumento en el ingreso es  utilizado en la generación de tecnologías eficientes y el cambio de las industrias altamente contaminantes hacia las industrias de servicio.

 

[2] Visto en http://www.un.org/spanish/News/story.asp?NewsID=30994#.VJOXwsAAQ

 

*Estudiante de la Maestría en Relaciones Económicas Internacionales y Cooperación (Énfasis Unión Europea América Latina) en la Universidad de Guadalajara.

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