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La libertad según los y las zapatistas, notas sobre el primer nivel de la escuelita.

 

María Guadalupe Macías Medellín *

 

Número 1, Año 1, enero-junio de 2014

 

Para iniciar estas reflexiones, me gustaría poner de manifiesto una advertencia, que quizá sea incluso para mí misma: me distanciaré de las interpretaciones academicistas de un movimiento social indígena para hablar de una experiencia de vida y por ello permeada de subjetividad y emoción, distanciándose quizá de lo que se espera. Digo que tal vez esta advertencia sea para mí misma pues, desde mi formación universitaria en ciencias sociales muchas veces cuesta trabajo hablar en términos de experiencia por el imperante habitus del homo academicus como podría decir Bordieu en su invitación a la sociología reflexiva.

 

Desde hace dos décadas, se ha reconocido al EZLN como un referente internacional de lucha y construcción de autonomía, también se han construido discursos y críticas. Hemos podido mirar sus distintas prácticas de vinculación con el mundo con los Aguascalientes y luego con los Caracoles; desde los Acuerdos de San Andrés, que no fueron integrados como se esperaba en las reformas constitucionales, pasando por la Marcha del Color de la Tierra, la Otra Campaña y ahora la Escuelita Zapatista, por mencionar algunas. Esta última propuesta fue una invitación a conocerles, no ya desde las imágenes que se proyectan hacia afuera, sino desde su vida cotidiana, su apuesta por la libertad desde la autonomía auténtica. Y seguramente, significa distinto para cada estudiante según sus experiencias previas, sus sentidos de vida, incluso su nacionalidad. Pude ver como para algunos fue quizá su primer acercamiento al mundo campesino indígena de nuestro país; como para otros, otros significados…todos válidos, con trascendencias distintas. Aquí va el propio.

 

Después de los procesos de inscripción que nos trasladaron a la Universidad de la Tierra en San Cristóbal de las Casas, salimos rumbo al caracol que nos tocó el 2 de enero de este año. Yo tuve la oportunidad de conocer La Realidad, caracol I: madre de los caracoles del mar de nuestros sueños. Partimos treinta compañeros y compañeras en El Solidario, un camión de pasajeros que brinda servicio en el territorio autónomo del mismo caracol. A bordo de El Solidario iba Emiliano quien acompañó de pie durante todo el recorrido al chofer y a nosotros, muy pendiente del radio pues éramos la punta de la caravana. Despacio recorrimos paisajes de nubes, de montañas y luego de selva. ¡Vamos bien, vamos bien! Repetía Emiliano por el radio, impregnando de seguridad el camino y la caravana.

 

La bienvenida en el caracol es indescriptible con palabras y se desborda de emociones: ¡Vivan los y las estudiantes de la escuelita! ¡Vivan los y las guardianas! ¡Vivan las familias! ¡Viva el EZLN! Después de las palabras de bienvenida, el canto del himno zapatista y el admirar la impresionante organización que supuso este momento, nos dijeron, uno a uno, quien sería nuestro guardián o guardiana durante toda nuestra estancia. Ellos fueron muchos jóvenes y algunos adultos que cuidaron de nosotros, nos mostraron cómo caminar en la montaña, nos contaron de sus trabajos, nos ayudaron a traducir su lengua… pero sobre todo, fueron personas con rostro y con historia de los que no podría hablar de manera genérica pues compartieron su vida con cada uno de los y las estudiantes.

 

Los aprendizajes, en esta escuela sin muros, habían comenzado incluso antes de llegar a la comunidad en la que estuve durante cuatro días. Luego de la noche de baile, pues celebrar es muy importante para la vida en comunidad, por la mañana tuvimos “clases”. Los maestros y maestras de los diferentes municipios autónomos rebeldes zapatistas (MAREZ) compartieron algunas palabras sobre los diferentes temas que se revisarían en los libros los siguientes días: autonomía, la participación de las mujeres, trabajos colectivos, la organización de las comunidades, la salud, la educación… Luego, nos prestaron la palabra y así en condición de estudiantes preguntamos algunas cosas según muy interesantes, que fueron respondidas de manera clara y a veces tajante: en esta escuelita venimos a aprender de autonomía, no de cosas militares, así que no se contesta esta pregunta; les dijimos que pusieran su nombre en la pregunta, como no tengo a quién contestar esto, no se contestará esta pregunta; ese tema se verá en el siguiente nivel de la escuelita; la importancia del sub Marcos es como vocero.

La fuerza y contundencia de sus palabras no inspiraban más que respeto, pero de ese respeto que se da no por infundir miedo, sino por representar congruencia. Salimos esa tarde, con las mochilas puestas, acompañados por nuestros guardianes y algunos hombres de la comunidad a la que nos tocó ir a mí y a otros cuatro compañeros. Esta cerca, hacemos como dos horas, pero como ustedes no caminan quizá hagamos cinco, algo así dijo mi guardiana. El camino pronto se inclinó hacia arriba y luego se llenó de lodo espeso, conduciéndonos a las entrañas de la selva, inundando de diversos verdes los pasos. Caminar a la comunidad, fue parte muy importante de los aprendizajes de la escuelita: paciencia, solidaridad, colectividad. A su paso compañera, que aquí vamos todos juntos. Me contestó uno de los compañeros cuando le sugerí que pasara delante de mí porque caminaba lento. Poco antes de la mitad del camino, según mis cálculos, nos alcanzaron algunos compañeros con bordones. También para este momento nos ayudaron a cargar las mochilas a algunas como yo.

 

Avanzamos y poco antes de llegar a la comunidad, nos alcanzaron otros compañeros quienes llevaron agua para alivianar los últimos pasos. De repente el espesor de la vegetación disminuyó y llegamos a un claro verde brillante con una casita en el centro, donde nos esperaban las mujeres de la comunidad para darnos la bienvenida.  Otra vez quedan cortas las palabras. Algo así como cuando hablan muchas palabras en tojolabal y cuando traducen al español apenas dicen una frase, así siento el intentar plasmar lo que pasó en ese momento. Después de la emotividad y el fraterno recibimiento fuimos cada quien a la casa de la familia que solidariamente nos hospedaría durante esos días. Bastaron unas horas para entender que no solo me hospedarían, sino que serían mis maestros y maestras.

 

Los días y las noches en la cotidianidad de la familia que me adoptó como estudiante pasaron tranquilos; con silencios, amaneceres espectaculares entre nubes, con historias de profunda convicción cuando cayendo el sol, nos acercábamos al fuego a tomar pozol, con muchísimas preguntas, con harta lectura. Había que colaborar en algunas labores de la casa y luego que terminé el segundo libro pensaron que quizá ya podía ir a conocer el río. Otro de esos días pude conocer su cafetal y cortar café en la ladera de la montaña.

 

Como experiencia lo más importante fue estar ahí y aproximarse a mirar otro mundo posible, renunciando al consumo, organizándose para curar enfermedades, para estudiar, para gobernarse, para comer. Confiando en que podemos aprender, los compas no siempre han sabido cómo hacerle para sacar los trabajos colectivos, luego unos se cansan, luego las mujeres no siempre quieren participar, pero ha sido insistir y mantenerse. Esa es su resistencia, me contaban.

 

Lo que estudiamos en la escuelita fue la autonomía y la autonomía tiene historia, tiene organización, tiene aprendizajes, tiene constancia. En algo que se basa esta autonomía que los compañeros y compañeras están construyendo es en los trabajos colectivos, a nivel comunidad, a nivel MAREZ y a nivel caracol. Los trabajos colectivos pueden ser desde tiendas de abarrotes, hasta bodegas; puede ser una pequeña hortaliza, como la que tenían las mujeres en la comunidad donde estuve ó pueden ser varias cabezas de ganado; de todo hay, según lo que los mismos compañeras y compañeros van viendo en colectivo que se necesita más ó que saben trabajar y creen que dará más.

 

Algo muy importante es que las ganancias de los trabajos colectivos son de todos y no necesariamente se reparten entre los que trabajan; por ejemplo, a nivel comunitario, lo que se gane de un trabajo colectivo se puede aportar para que a quienes les toque puedan trasladarse al caracol, ya sea a capacitación o a reunión o a hacer trabajo colectivo allá o a gobernar en caso de ser parte de la Junta de Buen Gobierno. En algunas otras, lo que se gana, se ahorra y se reinvierte para que los trabajos colectivos se hagan más grandes. Es así como los y las zapatistas construyen su autonomía.

 

Pero también es en su organización que las cosas funcionan la mayor expresión de ello son las Juntas de Buen Gobierno, en las que hay representación de las compañeras zapatistas, eso no pasaba al principio pero es parte muy importante y ahora se ha logrado. Tienen sus formas de hacer que funcione el gobierno autónomo, por ejemplo no dejan la Junta todos juntos, sino primero unos, luego entran los nuevos, les enseñan y ya salen los otros y entran nuevos y así se van. También es todo un reto entrarle al trabajo de administración, de gestión, de contacto con el mundo. Poco a poco, cuentan, han ido aprendiendo.

 

Y esto que platico aquí, lo fuimos tejiendo entre las lecturas de los libros que me dieron como alumna y que diariamente me ponían a leer en la casa de la comunidad a la que fui; también se tejió platicando eso que leía con la familia con la que viví; también se aclararon cosas y surgieron nuevas dudas en las clases en el caracol antes y después de ir a la comunidad; luego también solo estando ahí y haciéndome parte al tomar café, pozol, tortilla y frijol.

Quizá mis palabras sean románticas, quizá aún halla mucho que escribir y más aún que conocer. Lo que sí debo colocar explícitamente son dos cosas: la primera es que la tarea que nos dejaron fue compartir la palabra, lo que somos dijeron, compartir los aprendizajes y el ejemplo de vida, de respeto y de autonomía que son y construyen tan insistentemente los y las compañeras; por otro lado, me queda la certeza de que bajé de en medio de aquellas montañas con la mochila cargada de un poquito de esperanza, consistente y muy viva. Hoy el trabajo de autonomía de los y las zapatistas es su forma de vivir la libertad, de resistir y de proponer formas de vida conscientes, que apuntan a la armonía en el cosmos.

 

Democracia, Libertad y Justicia.

 

 

* Maria Guadalupe Macías es candidata a Licenciada en Antropología por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí

 

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