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Aullido por los cuarenta y tres desaparecidos 

Katalina Ramírez*

Número 3, año 1, enero-abril de 2015

I

He visto a los jóvenes de mi país caer uno a uno, desesperados, corriendo por las calles con las piernas cojas, rotas, con balas en las plantas de los pies y las manos mirando al cielo. Los he visto salir de sus casas y aparecer tirados en una fosa con las almas y los cuerpos podridos de tan mudos, con la cabeza partida, roída por la desesperación de correr por las calles con los ojos y las manos desorbitadas; he visto correr su sangre por los supermercados, por las plazas comerciales, por las gasolineras, por los estacionamientos, mientras la gente de buena clase se tapa la nariz para protegerse de la peste, “¿Es contagioso?” se preguntan preocupados, pero ellos no los escuchan, ellos ya no escuchan, ellos hablan otra lengua que la gente que camina para avanzar no entiende.

A quienes les arrancaron los párpados a gritos, “No se pongan pendejos que los vamos a matar”.

Quienes se comieron su ciudad a saltos agigantados cual aves enfurecidas con pancartas y leyendas en rojo reclamando igualdad, justicia, libertad.

Quienes prefirieron entregar la vida antes que dejarse poner un nombre en la garganta.

Quienes se agolparon en las plazas públicas para despegarse la piel, para despertar,  aullar,  vaciar las entrañas.

Quienes corrieron hasta volverse un río de piedra y sangre.

Jóvenesceniza,  cuerpos de tierra huyendo del aullido de los perros con botas.

Quienes gritaron: La policía es sagrada, el gobierno es sagrado, el Estado, los putazos que recibimos en las piernas y en la cara, los balazos; todo es sagrado, esa noche del 26 de septiembre es sagrada.

Todo es sagrado en este país, todos los días son de luto en este puto país.

 

II

Corre    escóndete    atrás de la camioneta    me dieron    hay que correr    no puedo    esconderse en la luz y esconderse de la luz 

 ¿dónde? 

 

III

Mis dientes en una fosa son sagrados, mis manos, mis huesos calcinados, mi cuerpo aullante, vacilante, quemado en la noche quemada, este hilito de voz es sagrado.

 

¿De qué tamaño tendrá que ser la fosa para enterrarnos?

Abel García Hernández

Abelardo Vázquez Peniten

Adán Abrajan de la Cruz

Alexander Mora Venancio

Antonio Santana Maestro

Benjamín Ascencio Bautista

Bernardo Flores Alcaraz

Carlos Iván Ramírez Villarreal

Carlos Lorenzo Hernández Muñoz

César Manuel González Hernández

Christian Alfonso Rodríguez Telumbre

Christian Tomas Colon Garnica

Cutberto Ortiz Ramos

Dorian González Parral

Emiliano Alen Gaspar de la Cruz

Everardo Rodríguez Bello

Felipe Arnulfo Rosas

Giovanni Galindes Guerrero

Israel Caballero Sánchez

Israel Jacinto Lugardo

Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa

 Jonas Trujillo González

Jorge Álvarez Nava

Jorge Aníbal Cruz Mendoza

Jorge Antonio Tizapa Legideño

Jorge Luis González Parral

José Ángel Campos Cantor

José Ángel Navarrete González

José Eduardo Bartolo Tlatempa

José Luis Luna Torres

Jhosivani Guerrero de la Cruz

Julio César López Patolzin

Leonel Castro Abarca

Luis Ángel Abarca Carrillo

Luis Ángel Francisco Arzola

Magdaleno Rubén Lauro Villegas

Marcial Pablo Baranda

Marco Antonio Gómez Molina

Martín Getsemany Sánchez García

Mauricio Ortega Valerio

Miguel Ángel Hernández Martínez

Miguel Ángel Mendoza Zacarías

 Saúl Bruno García

 

¿Dónde enterrarán 43 nombres?

 

*Katalina Ramírez Estudió Literatura y Filosofía en la Universidad Iberoamericana de Puebla y labora como Editor en EDAF México.

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