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Entrevista a Rafael Rangel

 

Elaboró: Adria Haro Pérez

 

Número 4, año 2, mayo-agosto de 2015

El pasado 10 de abril, Rafael Rangel, cineasta independiente, visitó la ciudad de San Luis Potosí. Esto debido a que la Cineteca Alameda proyectó su documental Un día en Ayotzinapa 43. Ese mismo día, Tláloc también hizo presencia pidiendo por los 43 hijos que le faltan, los 43 hijos que nos faltan.

 

Rafael Rangel, quien se autodefine como un director de ficción, ha incursionado por segunda ocasión en el rodaje de documentales con Un día en Ayotzinapa 43. Con este trabajo, y al igual que con su primer documental (Preludios: las otras partituras de Dios), logró nominaciones a los premios Ariel 2015 en la categoría de largometraje documental.

 

Rafael accedió a ser entrevistado por el equipo de Dimensiones. Para hacer que la plática fluyera de forma más natural, decidimos llevarla a cabo en la cabina de proyección de la Cineteca Alameda, con un Proyector Kinotón LP-50 respaldando la escena. A partir del diálogo compartido y después de ver la cinta, uno se llega a encontrar pasmado. Definir el documental como un retrato íntimo de la realidad de los ayotzinapos es poco. Rafael, a lo largo de 100 minutos, logra hacer más tangible la cotidianeidad de Ayotzinapa, una tierra donde la esperanza no es opción, sino necesidad.

 

El proceso de grabación y postproducción fue más que íntimo. Rafael y Leon Nik, su director de fotografía, se trasladaron a la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” sin saber muy bien con qué iban a encontrarse. Después del rodaje, se les unió Luis Ernesto Flores, quien prácticamente vivió en casa de Rafael durante todo el proceso de montaje y postproducción. Para la fecha en que hicimos la entrevista, el documental ya estaba en proceso de subtitulación en inglés y francés ya que se exhibirá próximamente en Europa.

 

La cámara se encarga de ser una fiel sombra, siguiendo a los verdaderos protagonistas de la lucha social mexicana. Aquellos que no paran, aquellos que no callan, aquellos que a pesar de los atropellos se levantan una y otra vez. Rafael nos afronta a una realidad que pareciera ajena, una realidad que muchos negamos, pero existe y persiste en nuestro país.

 

Ayotzinapa hace honor a su nombre; este río de tortugas, avanza a su tiempo, a su paso, pero avanza y no se detiene. El director nos muestra, a lo largo de la cinta, que Guerrero no sólo fue testigo de una masacre, sino que tal masacre es muestra de la crisis que está experimentando la sociedad mexicana. Rafael nos enseña que Guerrero es el resultado de tantos años en que los poderes en México han ido apilando (u ocultando) en un costal todas las arbitrariedades y abusos.

También vemos que, a pesar de los hechos ocurridos, la Normal Rural de Ayotzinapa, una comunidad a la que le han arrebatado sus hijos, no se ha fragmentado ni dividido, sino todo lo contrario. Ellos están conscientes de su lucha y no tienen contemplado dejar de dar batalla. Sin más qué decir a continuación presentamos la entrevista realizada.

 

Dimensiones: Muchas gracias por concedernos la entrevista. Me gustaría empezar primero por el cartel de Un día en Ayotzinapa 43. Saturno devorando a su hijo, ¡qué imagen tan fuerte! ¿qué nos podrías comentar sobre el cartel?

 

Rafael: En realidad no mucho. A mí me parece que esta imagen de Francisco Goya, que corresponde a su época de obras oscuras, es una perfecta metáfora de lo que sucedió ese 26 de septiembre. El dios Cronos devorando a uno de sus hijos por temor a ser destronado en un futuro. Me parece que es eso.

 

Dimensiones: La pregunta obligada ¿por qué Ayotzinapa? Como cineasta mexicano ¿cuáles fueron tus motivos para ir a filmar esta situación?

 

Rafael: Debo aclarar antes que nada que yo no soy documentalista, tengo diciendo eso desde mi documental anterior, soy director de ficción. Suspendí mis proyectos de ficción cuando aconteció esta tragedia, este genocidio -porque es un genocidio lo que es esto- por una obligación moral de poner al servicio lo que sé hacer a los acontecimientos que todos sabemos y que todos conocemos. Fue eso una necesidad, una necesidad de ir y explorar, más que explorar, conocer a las personas involucradas en esto.

 

Dimensiones: Me imagino que el rodaje fue muy intenso, nos podrías platicar ¿cómo fue el proceso de grabación?

 

Rafael: Cuando decidimos ir, no sabíamos a qué íbamos. Mi idea original era encontrar a algún padre de algunos de los chicos, de los 43 alumnos desaparecidos, y filmar su espera, la espera de noticias de su hijo, y con esa idea primaria nos desplazamos para allá. Al llegar allí definitivamente no era posible entrar en contacto con ninguno de los padres, ellos estaban ya muy organizados para exigir la justicia.

 

Después de lograr entrar a la Normal yo no imaginaba lo que era. Debemos comenzar por saber que es un lugar donde viven más de 500 alumnos, y viven en toda la extensión de su significado, porque es un internado y no sólo viven los alumnos en este lugar sino que viven también los trabajadores con sus respectivas familias; esto da como resultado una dinámica de sociedad hacia adentro.

 

Nadie me supo decir la extensión de este lugar, pero siendo un neófito en cuestiones de ojo de buen cubero de calcular las extensiones, yo podría decirte que es un lugar de más de 20 hectáreas, un lugar dotado y privilegiado por la naturaleza. Hay un río que atraviesa la Normal y es un lugar bellísimo, boscoso, verde, con peces en el río, aves, hay ganado, hay animales, la definición de escuela Normal Rural se cumple perfectamente en este lugar.

 

Dimensiones: Nos podrías comentar ¿qué experiencias y aprendizajes te llevaste de grabar en Guerrero?

 

Rafael: En el tiempo que estuvimos ahí estar dentro de la Normal era doloroso, al ver las condiciones en las que viven, tanto los alumnos normalistas como los trabajadores. Al estar fuera de la Normal cuando nos retirábamos a nuestro pequeño hotel en la población de Tixtla, que es la cabecera municipal de Ayotzinapa, lo que nos invadía era una paranoia por nuestra integridad física. Durante el tiempo que estuvimos filmando, como ejemplo, te puedo hablar de tres personas asesinadas muy cerca de nuestro pequeño hotel. Este temor era todos los días. Yo no sabía si al vehículo en el que nos trasportábamos pegarle un letrero de cine independiente o de prensa, o no, porque yo sabía que al pegarle este letrero nos ponía en la mira por un lado y no ponérselo nos ponía en la mira de los del otro lado. Siempre fue esa incertidumbre, esa paranoia en este lugar.

 

Dimensiones: Nos podrías comentar ¿qué considerarías como los obstáculos de esta filmación siendo cineasta independiente?

 

Rafael: Obstáculos los que te acabo de comentar, esos fueron los principales obstáculos y el otro podría ser, esta incertidumbre de en realidad no saber qué es lo que estaba haciendo, de no encontrar la película.

 

La encontré después de muchos días de estar grabando material, planeamos un plano secuencia, hicimos un plano secuencia de 16 minutos. Cuando lo revisamos ya en la noche en nuestro hotel estábamos muy satisfechos del resultado obtenido. Después de reflexionar y ver el material, por antítesis encontré la película, es decir me di cuenta que no se trataba de mi lucimiento como director, con estas soluciones del lenguaje exquisito cinematográfico, sino que precisamente tenía que ponerme totalmente al servicio del lugar en el que yo estaba, de los alumnos de Ayotzinapa, de darles voz, de entender que eran ellos los protagonistas de todo esto y eran la razón por la cual estábamos ahí.

 

Me olvidé absolutamente de buscar soluciones del lenguaje exquisito cinematográfico. Además de encontrar la película, eso me ayudó mucho a olvidarme un poco de estar preocupado por la parte estética y de preocuparme más por el contenido profundo, del alma del lugar, del corazón del lugar. Ya después cuando revisé el material, me di cuenta que era un lenguaje muy crudo y me gustó mucho eso. Por ahí he escuchado unas críticas de este lenguaje crudo, que es una cámara muy errática y muy fragmentada, que da una sensación de fragilidad, esa crítica de cámara frágil me gusta mucho, la crítica mala para mí se vuelve buena, porque es justamente así como nos sentíamos, muy frágiles.

 

Dimensiones: Siguiendo con las críticas, el documental ha sido exhibido en la Cineteca Nacional, nos podrías comentar ¿cuál ha sido la recepción nacional e inclusive internacional de este documental? 

 

Rafael: Ya perdí la cantidad de veces que he visto esta película por razones de trabajo y cada vez que la corro completa para revisarla no deja de conmoverme, yo pensaba que era porque iba muy vinculado con las personas que conocí, con la experiencia y con todo lo que es esto. Me sorprendió mucho el día del estreno, estuve con el público presentando la película y al terminar la función dialogando con ellos, me sorprendió muchísimo que estaban muy  conmovidos en general, había gente que no podía hablar. Esa fue mi primera sorpresa, que conmovió mucho al público tanto como me sigue conmoviendo cada que veo la película. Comprendí que había  cumplido su función no sólo de comunicar, sino de hacer entender del otro lado, porque han sido chicos muy criminalizados por todos los medios y creo que esta es una buena oportunidad de conocer quiénes son.

 

Dimensiones: ¿Cuáles consideraría como los principales retos de la sociedad mexicana después de Ayotzinapa?

 

Rafael: Definitivamente hay una crisis. El significado de la palabra crisis es cambio, nunca recuerdo si es en latín o en griego, y Ayotzinapa creo que fue el detonante de esta crisis, de este cambio, y me refiero a la híper comunicación que estamos viviendo hoy en día: las redes. Las redes sociales están permitiendo y están provocando esta crisis en la sociedad, no solamente en México, sino en el mundo entero, se han derrocado gobiernos a través de estas redes, específicamente Facebook. Recuerdo que en Egipto había mujeres con sus burkas y letreros que decían “Gracias Facebook”, esa es la crisis que nos está tocando vivir. Ayotzinapa creo es el primer suceso trágico en el que asistió la híper comunicación y que tomó por sorpresa a nuestros gobernantes, ellos todavía parece que no se han dado cuenta. Los hechos del 26 de septiembre no es que sean algo nuevo, esto ha venido sucediendo a lo largo de la historia de México, pero esta tragedia este 26 de septiembre marcó un antes y un después.

 

Dimensiones: ¿Cuál sería el papel del cine ante estos nuevos retos de la sociedad mexicana?

 

Rafael: Hay un documentalista, Eduardo Cutiño, el mejor documentalista brasileño, que fue asesinado el año pasado; él decía: “es mentira que el documental pueda ser o provoque un cambio en la sociedad”. Yo opino lo mismo, no es suficiente un documental para provocar un cambio, se necesita mucho más. Cumple una función definitivamente, pero no es suficiente, aquí puedo añadir lo siguiente, hay gente suficiente para mantener la película en la cartelera de la Cineteca Nacional en México, DF., pero por otro lado también ha sido decepcionante el flujo de la gente. Sabemos que han habido manifestaciones en las que han asistido hasta doscientas mil personas y toda esta vorágine en las mismas redes, de las personas que publican: “Todos somos Ayotzinapa”. Debo decir que el porcentaje que me corresponde por las proyecciones de esta película será donado en su totalidad a los chicos de Ayotzinapa. Eso lo comunico mucho para que la gente se entere que este es un medio para poder apoyar realmente y de un modo tangible a los chicos que siguen estudiando en esta Normal, y es válido que vayan y me digan “Tú película es una mierda” y “no nos gusta tu película”, pero fue el medio para poder colaborar a la causa ¿y dónde están? Esos miles de revolucionarios y esos luchadores sociales de Facebook y esos miles, cientos de miles que van a las marchas ¿dónde están? Yo quiero saber dónde están.

 

Dimensiones: ¿Cómo ves el futuro del cine independiente en México?

 

Rafael: Más me vale verlo bien, porque yo soy cineasta independiente. Las películas que he hecho las he hecho de modo independiente con recursos propios y apoyados por mucha gente. La tecnología ha facilitado mucho eso, el anterior documental, como ejemplo de cine independiente, le propuse a León Nik, mi fotógrafo de cabecera, hacerlo con cualquier cámara. No con una cámara sofisticada, porque el tema así lo permitía, no sólo así lo permitía; lo exigía. Trataba de la vida de los músicos indigentes, así que era casi inmoral llegar con una cámara sofisticada a retratar esta realidad. Teníamos que emparentar los medios de los músicos indigentes con los nuestros y el modo de hacerlo fue comprando la cámara más económica del mercado. Hay imágenes pixeleadas de una calidad muy deficiente, pero justamente es parte de la propuesta.

 

Dimensiones: Por último te queremos felicitar porque Un día en Ayotzinapa 43 y Preludios las otras partituras de Dios están inscritas para competir por el Ariel 2015. Nos podrías decir ¿qué sigue para Rafael Rangel después de Un día en Ayotzinapa 43?

 

Rafael: Justamente acabas de mencionar los dos documentales que he hecho a pesar de no ser documentalista. Acabo de tener una junta con León explicándole que ya hicimos dos documentales que tienen su hilo conductor, entonces vamos por la trilogía, vamos a hacer, espero yo, un último documental para armar la trilogía de estos documentales. Después de eso y de modo paralelo, seguir trabajando en lo que yo hago, que es ficción. Tengo un guión escrito, con Pablo Marcovich, La bicicleta de Kafka, y ya estamos trabajando en esa película, al igual que en otra película de ficción, con argumento mío que se llama Los árboles del silencio, así que prometo hacer el último documental y seguir con mis ficciones, porque hay muchos demonios personales e internos pugnando por salir y ya no quiero seguir demonios externos, ahora les toca a los míos, porque me voy a volver psicópata sino dejo salir estos demonios.

 

Dimensiones: Muchas gracias Rafael, esperamos escuchar de ti muy pronto y que vuelvas a visitarnos por las tierras potosinas.

 

*

 

A pesar de declararse abiertamente como cineasta de ficción y no documentalista, su trabajo lo respalda y sus nominaciones por La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) para el Ariel, también, nos deja más que claro el potencial no sólo en la ficción, o en los demonios internos, como él lo definiría, sino también en las realidades colectivas y sobre todo, nos deja impacientes por conocer más de su trabajo.

 

Extendemos un enorme agradecimiento al cineasta independiente Rafael Rangel por concedernos la presente entrevista así como por su intensa labor y la de su equipo en la grabación de documentales claves para comprender a la sociedad mexicana contemporánea. De igual manera agradecemos a la Cineteca Alameda por facilitar el encuentro así como prestarnos sus instalaciones para la misma.

 

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