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Elecciones 2015: el escenario electoral en San Luis Potosí

 

Elaborada y transcrita por Raúl Villafuerte Fernández*

Número 3, año 1, enero-abril de 2015

 

El Maestro Patricio Rubio es licenciado en leyes y ha trabajado en asuntos legales en el área constitucional. Realizó su maestría en FLACSO México y fue invitado como profesor en El Colegio de San Luis, A.C., entre otras universidades. Fungió como consejero electoral y a partir del 2006 ha sido profesor investigador de El Colegio de San Luis, A.C.

 

Comenzando con un tema recurrente durante sus exposiciones, ¿la tolerancia hacia la corrupción podría ser explicada por privaciones de facto sobre derechos civiles, sociales y políticos?

 

Lo que encontramos es que, en la medida en que las sociedades son más tolerantes a la corrupción, tienden a apoyar más precariamente a la democracia. Este asunto, como lo han querido expresar algunas voces, es también un tema cultural, porque al final de cuentas es equivalente a la posposición permanente de mecanismos de resolución.

 

Tiene que ver con elementos de carácter institucional y normativo; con fuerzas políticas que sean capaces de soportar ese tipo de decisiones de carácter más formal. Creo que es en esa parte donde debemos concentrarnos, porque la otra porción de la explicación que tiene que ver con la cultura política demora generaciones; en la medida en que se toman como algo de largo plazo se posponen los mecanismos políticos de rendición de cuentas. Si hablamos de que algo tiene que resolverse dentro de treinta años, seguramente las personas por las que vamos a votar en los procesos electorales a corto plazo, ya no importarán porque ya no seguirán aquí.

 

Hay una suerte de desplazamiento argumentativo cuando decimos que lo problemas son de carácter cultural, específicamente en el caso de la corrupción. No existe, hasta donde sabemos, ninguna predisposición genética  en el caso de los mexicanos para que seamos especialmente corruptos. Tiene que ver con la incapacidad de los propios gobiernos y desde luego la convivencia de muchos privados. Hay que tener bien claro esto, detrás de cada  corrupto hay un privado que extiende dinero para tal fin. Pero en este sentido también hay que considerar que esa ola de corrupción u orgía de corrupción tiene que ver con el propio gobierno para hacer valer sus determinaciones.

 

Y en este sentido es muy importante notar que el arribo de la diversidad política al país, la elaboración y construcción de contrapesos en los diferentes niveles de gobierno, no necesariamente ha traído como consecuencia la disminución de la corrupción,  en un principio el librito te dirá que, en la medida en que diferentes partidos ocupen los cargos habrán condiciones de vigilancia recíproca, al menos así se pensó hace 200 años. Es decir que los propios funcionarios, al provenir de tradiciones políticas distintas, tuvieran que vigilarse entre sí, mejorar el nivel de rendición de cuentas para así, frente al electorado, buscar su apoyo en cada ocasión.

 

La mala noticia es que en México eso no ocurrió así, más bien lo que encontramos son acuerdos de carácter elitario de protección dentro de los propios partidos políticos que han encontrado en la diversidad política el arribo diferenciado a los diversos cargos una fuente muy importante de obtención de recursos y, a final de cuentas, esa obtención de recursos no ha ido emparejada de una profundización importante en la actividad de los propios partidos para incrementar los niveles de rendición de cuentas y ataque a la corrupción.

 

De fondo se encuentra el tema de la legitimidad y si estos candados o contrapesos de verdad están logrando la percepción sobre legitimidad, entonces ¿el Régimen en transición democrática puede ampliar a otros momentos de gobierno la percepción de acciones legítimas que no sea el momento electoral?  

 

De manera desafortunada durante muchos años nos hemos concentrado en el tema electoral; sin embargo también veo atinos muy razonables, no sé si esperanzadores, en términos de un desplazamiento del tema electoral hacia otro tipo de temáticas que tiene que ver con la función gubernativa y con la expansión de los propios derechos, más allá del momento electoral. Sería difícil negar que en un principio de la transición haya una sobreconcentración de recursos económicos y de recursos políticos sobre el edificio electoral.

 

La nuestra se trata de una transición apoyada en procesos electorales, no hay nuevo pacto fundacional, no tiene que ver con la derrota militar de algún dictador, no tiene que ver con una suerte de acuerdo entre diferentes fuerzas políticas que den origen a un nuevo orden político, sino que la nuestra es mucho más gradual; no es de un día para otro. Se presentó a lo largo de muchos procesos electorales con la afinación paulatina de los propios procedimientos hasta convertirlos en algo verdaderamente endiablado. Pero al final de cuentas, durante algún tiempo, logró que la atención de los ciudadanos se concentrara en otro tipo de temáticas.

 

Para otras democracias tan jóvenes como la nuestra, el expediente electoral se resolvió en un momento y listo. En México permanentemente seguimos ajustando las tuercas y los tornillos de la armadura electoral y esto evidentemente distrae tiempo, en términos de opinión pública y la construcción de acuerdos políticos y recursos, cuando al final de cuentas podríamos pensar que de manera razonable las fuerzas políticas y la ciudadanía convergieran en un acuerdo importante en términos de apoyar la manera en que se desarrollan los procesos electorales, y no seguir concentrado la atención en algo que otras democracias han resuelto con mucha mayor rapidez y de manera mucho más barata. Cuando esas energías sociales o esas energías de carácter político pueden desplazarse, insisto, y deben desplazarse, hacia temáticas mucho más cercanas a la vida cotidiana de las personas.

 

Entonces esto está relacionado con el contenido del debate público, ¿cómo elevar el nivel de este debate en momentos electorales o durante la validación de la dirección gubernamental?

 

Yo te diría que tiene que ver con decisiones de carácter normativo, es decir ¿cuál es el modelo de comunicación política que tenemos en México? Y es uno muy peculiar porque al final de cuenta tenemos, en este sentido, primero el reconocimiento de que la comunicación y su relación con el dinero conforman uno de los temas más importantes en el funcionamiento de las democracias contemporáneas. Esto no es algo que sólo México está enfrentando como una dificultad, se trata de los retos más importantes: el dinero y los medios de comunicación. Vamos a ver que éste hermanamiento o entrecruzamiento entre estos elementos pueda funcionar y dar mejores resultados de curso de la democracia. No hay un respuesta final sobre eso, lo que encontramos es que hay modelos que favorecen más la intervención del Estado que busca preservar la equidad, con un modelo más continental en donde el dinero de los particulares no tiene tanta intervención. Se trata más bien de una mirada que pone énfasis en recursos del estado para que ahí se concentre el debate y no sea el dinero el que termine definiendo las elecciones. Pero obviamente significa que hay una lesión a la libertad de los individuos en términos de poder destinar su dinero a donde mejor deseen, también hay que reconocerlo. Por otro lado lo que encontramos es una visión mucho más liberal, en donde se permite el juego mucho más abierto del dinero pero que, evidentemente, permite esta contraparte de una construcción mucho más asimétrica menos equilibrada de la competencia electoral. Cada uno de estos modelos tiene pros y contras. En el caso de México lo que encontramos es que hemos sido capaces de tener lo peor de los dos modelos posibles. Es decir tenemos una gran cantidad de dinero público en los procesos electorales pero también una gran cantidad de dinero privado.

 

Esto es importante, porque en el fondo tiene que ver con la reflexión democrática sobre si el dinero va a mandar al momento de la toma de decisiones en los procesos electorales. Creo que aún con eso en la deliberación pública podemos encontrar una cancha mucho más pareja que en el pasado para el caso mexicano, pero que tiene problemas muy importantes, ahora si con el modelo normativo de comunicación política. Hay mucho tiempo del estado que está en juego, que estará en manos de los partidos en el momento de que inicien las campañas y los ciudadanos debemos estar preparados para sufrir una autentica invasión de spots y de mensajes que están por su propia naturaleza más asociados a la estridencia que a la elaboración de propuestas con mayor información para la construcción de decisiones.

 

¿Por qué insisto en el modelo? porque se trata de spots muy breves, es decir, la disposición de los tiempos públicos para radio y televisión es muy clara en señalar qué tiempo les corresponde a cada una de las fuerzas políticas, incluso a candidatos independientes. Sin embargo, al ser muy reducido el espacio, a lo que le estamos apostando es básicamente a la espectacularidad, insisto, a la descalificación inmediata a la realización de promesas que nunca se van a poder cumplir. Cuando podríamos incorporar elementos de la experiencia internacional que colocan el aspecto, no tanto en el spot, no tanto en el anuncio propagandístico de estrellas de televisión o frases pegajosas, sino más bien en la deliberación de los asuntos públicos. De tal forma que los electores puedan estar mejor informados y tener un mejor conjunto de razones para poder decidir en mejor modo en el momento de la jornada electoral.

 

Es una cuestión de decisión y creo que es muy importante que en los procesos electorales los ciudadanos conozcan específicamente cuáles son las propuestas que les importan más a los propios ciudadanos y a los partidos, y las razones de éstas propuestas. Tiene que ver específicamente en cómo se van a poner en marcha de manera concreta, puntual y con especificaciones temporales a cada una de esas propuestas. En una mirada no exenta de cierto infantilismo, encontramos que en los procesos electorales sirven para que los partidos escuchen a los ciudadanos y sus intereses. Creo que en México deberíamos pensar en una cosa distinta; la mayoría de los partidos, no todos, han tenido experiencia de gobierno. Entonces pensar en que los procesos electorales sirven para escuchar las demandas de los ciudadanos es como si no las supieran y como si además no supieran cuáles son los nodos de conflicto en términos de la ubicación de los puntos de interés y de conflicto de interés que tienen que ver con cada uno de los temas públicos. Es algo que tienen que saber por ser su obligación y en el caso de México, además de eso, tiene una enorme cantidad de recursos económicos y políticos para realmente encontrar respuestas y alternativas para cada uno de los problemas.

 

En este sentido sobre cómo se forman ciertas agendas y cómo al final se integra la agenda pública, el votante tiene sólo una oportunidad de elegir la agenda que más le convenga o la que más se adecúe a la que está diagnosticando su situación. Entonces si sólo se cuenta con un solo disparo, como la analogía que usted utiliza ¿es posible que se cuenten con otras armas de menor intensidad, aunque no sea un disparo certero?

 

Yo creo que tienes razón. Efectivamente, el voto por su materialización física, empírica, por la capacidad concreta de ser contabilizada, realmente cobra mucho sentido para nosotros el ir a las urnas, porque tiene que ver con la ratificación del ejercicio del pacto democrático y al mismo tiempo con la expresión más o menos genuina de ciertas preferencias con respecto a los asuntos públicos. Sin embargo la participación ciudadana no concluye ahí, o al menos no para una visión de carácter más republicano. Tal vez en otra tradición más liberal terminaría pagando impuestos y votando, según cierta visión o cierta concepción de lo que sería un ciudadano. Sin embargo me gusta como lo planteas en términos de expandir el horizonte de participación de los individuos en su comunidad política.

 

El juego no termina el día de la jornada electoral, no concluye cuando los triunfadores toman posesión de sus cargos. Hablamos de una concepción ciudadana mucho más amplia, mucho más vasta, que tiene que ver con la asunción de un compromiso frente a los asuntos públicos. Vigilando al gobierno, pero también estableciendo relaciones de comunicación con los otros ciudadanos ya que tienen muchas de formas de expresarse. Ahí la imaginación es el límite y tiene que ver con la propia capacidad de los ciudadanos para establecer sus propias agendas que es un poco el fondo del cuestionamiento ¿Qué encontramos?, que en muchas ocasiones esas propias agendas están construidas de manera vertical y van permeando o van bajando en los diferentes escalones frente a los que el ciudadanos está un poco inerme.

A mí me parece que una visión mucho más contemporánea, mucho más republicana, mucho más eficaz, tendría que ver con un ciudadano permanentemente; con las limitaciones que tiene que ver con ir a trabajar todos los días, llevar a los niños a la escuela, y no estoy pensando en un ciudadano total o mucho menos, pero si en un ciudadano que esté comprometido con lo que ocurre a su alrededor en la vida pública.

 

 Desde hace muchos años sabemos que la política es demasiado importante como para dejársela a los políticos, y eso nos lo dice el taxista que nos lleva a cualquier parte. Sin embargo lo que encontramos es que también los ciudadanos tenemos una participación importante o podemos tenerla en la medida en que, desde hace unas décadas, en muchas latitudes, no sólo en México, son funcionalmente y materialmente incapaces de resolver los problemas por sí mismos. Hay problemas asociados a la fiscalidad, problemas asociados a la coordinación, a la construcción de legitimidad, etc. Pero  el dato es que los estados no pueden solos y esto es importante porque gran parte de nuestra formación como comunidad política, para el caso mexicano, tenía que ver con el dibujo de un gobierno prácticamente omnipotente, centralizador, que no era permeable frente a muchas de las inquietudes de la ciudadanía, pero ahí estaban alojadas  las esperanzas, dentro del estado que decide con facilidad. Eso pertenece a la arqueología de los sistemas políticos, pertenece a los libros de historia desde hace unas décadas.

 

En ese sentido a mí me parece muy valiosa la posibilidad de que los ciudadanos dejen de lado la mirada vertical respecto de nuestra relación con el Estado. Uno no se da cuenta de lo mal que están las cosas hasta que los compañeros de estudio empiezan a ocupar cargos políticos o se empiezan a postular a diferentes cargos, hasta entonces cae uno en la cuenta de la importante agenda que está delante de nosotros.

 

Hablando del papel de los partidos en esta construcción de agenda, usted mencionaba hace unos días en una exposición que los partidos han reconocido que su estructura interna forma parte de los problemas de seguridad. En este punto ¿cómo se podrían beneficiar en la construcción de plataformas electorales, de propuestas o del ejercicio de gobierno en el caso potosino?

 

Yo te diría que por supuesto está en el centro de la atención pública y tiene que ver precisamente con el hecho de que los distintos partidos en San Luis Potosí han tenido experiencia de gobierno. Yo te diría, si no recuerdo mal y puedo ser impreciso, pero creo que 31 ayuntamientos han tenido bipartidismo desde los años noventa, 26 ayuntamientos han tenido tres fuerzas políticas cuando menos y uno solo, sino recuerdo mal es Guadalcazar, no ha tenido alternancia, es decir que ahí siempre ha ganado el PRI, desde que llegaron los españoles antes y después ahí no han perdido –bromea el maestro.

 

¿Eso qué te dice? Que en términos de cultura política respecto al voto, la evaluación respecto al funcionamiento de los gobiernos provenientes de diversos partidos. A mí me parece que es un dato muy importante porque incluso esta desmontado, siguiendo tu pregunta para el caso de San Luis, la idea de que la huasteca le pertenece a un solo grupo político. Incluso la representación de la cámara federal, pues en algunas ocasiones el PAN ha tenido la mayoría absoluta y ésta ha ido y venido de un partido a otro con una participación también no estable para el caso de otras fuerzas políticas.

 

Entonces yo introduzco el tema de la diversidad política en términos de la seguridad, es decir, cómo evalúan los propios ciudadanos la rendición de resultados por parte de cada uno de los partidos políticos sobre ese tema, eso sería lo que a mí me interesaría. Porque además hay que reconocer que un mismo tema no tiene el mismo peso en la distintas latitudes; hablamos de seguridad pero la seguridad no le importa lo mismo a la gente en las diferentes o en las mismas localidades, no tienen el mismo peso y eso es importante al ubicar la seguridad como un tema relevante para la campaña electoral.

 

Decimos seguridad porque nos permite generalizar, pero hay ocasiones en que algunos ayuntamientos o en algunos distritos lo que importa es la salud, lo que importa es el empleo, por su puesto que si alguien tiene el estomago vacío difícilmente podrá preocuparse por otra cosa sino por eso. Y eso es, tejiendo más fino, lo que importa al momento de la definición de las agendas públicas e importa también si los propios partidos las van a imponer o tiene que ver con la participación de los ciudadanos.

 

Déjame regresar a esto y sintetizarlo o tratar de hacerlo, no a todos les importa lo mismo con la misma intensidad. Entonces eso es lo que tiene que ver con la construcción de otro tipo de análisis. Al final me parece importante considerar que en nuestro país la mayor parte de información que reciben los electores proviene de la televisión y hablamos de televisión nacional, generalmente. Ahí sería interesante observar cómo se da esta preeminencia de ciertas temáticas sobre intereses de carácter más bien regional.

 

¿Nos podría compartir un análisis sobre los procesos internos de los partidos para determinar a los candidatos a la gubernatura y alcaldía en San Luis Potosí?

 

Yo te diría que, en un trazo muy grueso, lo que nos deja claro es cierta incapacidad para llevar procesos internos de una manera mucho más abierta y democrática en atención a los requerimientos del presente, qué es lo que está ocurriendo en el país para ver si los partidos pueden adecuarse o no; tenemos una ausencia de crecimiento económico, tenemos déficit de legitimidad muy profundo, tenemos los escándalos de corrupción que todos conocemos de los últimos meses, etcétera. También ha habido actos de violencia trágicos e inadmisibles como los que se han presentado en los últimos meses y que han estado en la mesa del debate público.

 

Entonces hay una desafección muy profunda de las personas por los asuntos públicos y por las instituciones políticas. Se trata de un diagnóstico más o menos compartido, y qué es lo que tenemos frente a ese diagnóstico, una especie de encapsulamiento de los partidos políticos en sus procesos internos. A eso me refiero con la decepción que a mí me provoca al ver cómo los partidos políticos leen lo que ocurre y deciden en consecuencia. A mí me parece que frente a este escenario de indignación, de creciente desafección por los asuntos públicos, lo que encontramos es una decisión de los políticos que, en lugar de buscar un acercamiento, un ensanchamiento de la relación de los ciudadanos con los propios partidos, deciden ir en sentido contrario y se encapsulan.

 

Se encapsulan dentro de sus propias membrecías o encapsulan, de manera señalada el caso del PRI, con la dirigencia nacional. Como si estuviéramos en 1960, esto es muy importante, hay una recomposición del centralismo en nuestro país en la vida interna de algunos partidos políticos. El caso del PAN es distinto porque efectivamente tuvieron un proceso electoral abierto a la militancia. Eso me parece bien, sobre todo si consideramos las reformas internas del PAN que permitieron la ampliación de un mayor número de militantes, respecto a lo que teníamos en el pasado, prácticamente era un cónclave. Creo que un poco se pone al día al Partido Acción Nacional en la parte normativa.

 

Ahora, el problema es que las cosas hay que hacerlas y eso no salió bien, a mi juicio lo que encontramos, incluso antes del inicio de la jornada electoral, es una serie importante de descalificaciones internas sobre el proceso. Y eso hay que notarlo, no hay que perderlo de vista. Los propios participantes, aunque después hayan en algún caso, el de Mario Leal para decirlo con franqueza y con claridad, después de tratar de recomponer la relación con la triunfadora, lo cierto es que unos días antes de la jornada electoral hubo un posicionamiento muy claro en términos de la falta de credibilidad que a él le sugería el proceso, eso es muy importante y no hay que perderlo de vista.

 

Es decir, el proceso no se limpia porque después del triunfo los participantes decidan que fue limpiado. De alguna manera la recomposición de los arreglos políticos no tiene que ver con el olvido ni con borrar lo que ocurrió en términos de presuntas irregularidades, una cosa no tiene que ver con la otra. Por ello, la recomposición no tiene que ver con el olvido del pasado, ni con que determinados eventos hayan tenido o no lugar, es una irracionalidad.

 

Y la otra parte de Alejandro Zapata tiene que ver con un desenlace todavía pendiente en términos de la decisión jurisdiccional del caso pero que en un principio nos deja claro que un participante muy importante de la vida interna del PAN en los últimos lustros en San Luis Potosí denuncia la incapacidad del partido para tener un proceso interno bajo términos democráticos. Esto vuelve a ser muy importante, porque aunque suene un poco fuera de la realidad, los partidos políticos también son elementos importantes en la construcción de la ciudadanía y de cierta pedagogía democrática. Entonces ahí también se reconstituye la figura del árbitro electoral, porque si dejas solos a los partidos ya sabes lo que hacen.

 

Esa es otra de las enseñanzas: es importante tener árbitros electorales robustos e imparciales que apliquen la norma, porque los partidos cuando van solos no necesariamente hacen las cosas bien. Hay que esperar, eso queda en el puntero, pero de entrada lo que nos deja claro es que hay descalificaciones importantes al respecto a la validez del proceso, eso para el caso de Acción Nacional.

 

El caso de la izquierda es también muy interesante, porque ocurre la detención de quien se había perfilado como candidato prácticamente único del PRD y de los otros partidos que están en torno al él, Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano básicamente. Hay una detención, a inicios de año, a los pocos días que pidió licencia para participar en el proceso, lo cual no deja de ser muy interesante respecto al timing de la procuraduría para materializar las órdenes de aprensión. Pero bueno, lo que tenemos ahí es la reconstitución exprés de un síndrome pos traumático para el caso del PRD.

 

Durante los años previos fue una opinión más o menos extendida que el ex alcalde de Soledad iba a ser el candidato a la gubernatura. Lo fueron construyendo políticamente al paso del tiempo, tomaron control del partido y eso es muy importante también, de tal forma que parecía un candidato indisputable. Entonces, insisto, como expresión de ese estrés pos traumático van a buscar un candidato hacia el PRI, que también es importante porque eso te dice que no está satisfecho con el proceso de su partido, está clarísimo también.

 

En lo que concierne al nombramiento de Carreras, por supuesto que varios no se presentaron. Entonces aquí lo que nos deja claro esta historia, es que no necesariamente el comportamiento democrático estuvo presente. Cuando digo comportamiento democrático me refiero a la forma en que las razones priman en el debate público para la toma de decisiones frente a los ciudadanos y frente a los propios partidos.

 

Yo no estoy diciendo que sea ilegal, son dos cosas distintas, puede ser perfectamente legal pero no necesariamente establecerse en los márgenes del comportamiento democrático en términos de carácter internacional. Entonces ahí lo que encontramos es básicamente una decisión tomada al vapor, que al final de cuentas a los propios miembros del partido (PRD) dejó en algunos casos profundamente insatisfechos. Imagínate hay gente que tiene militancia desde la fundación del PRD y a quien hasta hace unas semanas era, supongo que va a dejar de serlo, no puede seguir siendo miembro de dos partidos, tiene que dejar ser miembro del PRI, para poder ser miembro del PRD pero deberá dejar de ser miembro del PRI. No sé si va a renunciar o lo van a expulsar pero una de las dos cosas tiene que ocurrir en los próximos momentos.

 

Entonces imagínate nada más cómo es la visión de alguien que estuvo toda su vida en el PRD y ahora la de quien hasta hace unos momentos era miembro del PRI y tiene la candidatura más importante en el estado. Esto te habla del vaciamiento institucional, del vaciamiento ideológico por supuesto y de falta de consistencia del proceso de institucionalización del PRD en San Luis Potosí. 

 

Más allá de averiguaciones previas y de sentencias probables o no, porque no me interesa debutar como ministerio público, lo importante es ver cómo el proceso de institucionalización política de una  expresión de izquierda o auto asumida de izquierda se enfrenta con dificultades consistentes. Y cómo frente a estas dificultades van tomando decisiones que no necesariamente abonan a la propia construcción de institucionalidad.

 

Le agradecemos mucho maestro.

 

*Maestro en Asuntos Políticos y Políticas Públicas por El Colegio de San Luis 

 

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