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Derechos Humanos, un mito romántico moderno y la necesidad de relecturas de los mismos en clave diferente

Iván Martínez García*

Año 2, número 6, enero-abril 2016

 

Perifraseando una de las citas de Borges,-y cuyo origen literalmente olvidé, no sé si por su franco apoyo a la dictadura argentina, o por haberle leído en algún libro de arena- a las citas concertadas con el destino, los derechos humanos suelen estar llegando constantemente tarde. Concepto tan ido y traído, tan raído, que la gente ha terminado por perderle el encanto. A tal grado ha llegado el desencanto de este mundo salvaje,  donde la condición humana pisotea, vulnera y trasgrede constantemente sus propios derechos. Además, siendo ásperos, los derechos humanos son un mito romántico, a secas, para qué darle tantas vueltas.

 

Siguiendo con las perífrasis, el sociólogo portugués Boaventura de Souza Santos en una entrevista[1] habla del Mito romántico de la Europa defensora de derechos humanos, a lo que se puede agregar que es un mito romántico la defensa de los derechos humanos desde todo nuestro sistema mundo, y no sólo desde la ubicación histórica y/o geográfica que puede ser el concepto Europa, entendiendo este sistema mundo desde la perspectiva de Wallerstein (2005), con su dualidad-cosa tan moderna por cierto- centro/periferia, opresor y oprimido, donde opresores buscan defender sus derechos, y oprimidos buscan hacer lo mismo, no hay mucho sentido.

 

Para entender un poco de la visión romanticoide contractual que de los derechos humanos se tiene, basta con zambullirse brevemente a un par de acontecimientos históricos relativamente recientes como lo son la Revolución Francesa y el fin de la Segunda Guerra Mundial. El concepto de derechos humanos como tal toma fuerza del golpe a la monarquía francesa en 1789, enmarcada en una batalla atroz, bajo las consignas de Liberté, Egalité et Fraternité del pueblo y burguesía francesa, coronando -si se me permite tal ironía- sus premisas con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que con sus respectivas escisiones, comete la grave omisión de Mujeres, Negritud, Esclavos, et al en sus párrafos dizque libertarios (Hunt, 2009).

 

Por otro lado, es importante resaltar que el espíritu contractual de los derechos humanos occidentales tiene gran resonancia a partir  de la posguerra, y de la promulgación de la  Carta Magna de Derechos Humanos del ´48, donde cabe mencionar sólo se plasman los derechos humanos desde la visión del vencedor. Estos sesgos históricos en la materia,-y muchos más- invitan a explorar otras opciones.

 

Es menester para la defensa genuina de los derechos humanos situarse en un horizonte de sentido que permita ubicarse del lado de los oprimidos de la modernidad; en un sistema mundo donde los antagónicos de la opresión están cada vez más separados del centro hacia las periferias, repensar los derechos humanos es labor fundamental: defenderlos, asirlos, analizarlos y escucharlos desde otras trincheras, con otra visión, desde una suerte de exegesis con otras claves sociales hermenéuticas.

 

Por ejemplo, el Jesuita Español Ignacio Ellacuría, quien murió a manos del ejército Salvadoreño por su activismo en pro de los desfavorecidos, posicionado desde una teología de la liberación, proponía pensar los derechos humanos en clave histórica, analizando la realidad de la vulneración de derechos historizando los conceptos, señalando que la realidad actual es la realidad histórica (Herrera, 1995).

 

Por otro lado, se tiene la visión del Argentino Enrique Dussel (1999), acerca de la modernidad como un proyecto tendiente a

la emancipación, y de la transmodernidad, como esa oportunidad para trascender los preceptos inacabados de esa modernidad, abriendo a la humanidad a un nuevo desarrollo del ser humano.

 

Boaventura de Souza Santos (2012) en su Derecho a la emancipación, habla de tres pilares para llevar a cabo tal acción: las letras y las artes, la tecnología y la ciencia, y la etnicidad renovada, marcando con esto un derrotero a seguir para lograr ampliar las posibilidades del cambio social. Si se hace uso adecuado de estos y muchos más aportes de científicos sociales, claro que es posible acceder a los derechos humanos.

 

El anacronismo de la realidad con los derechos humanos tiene y ha tenido que ver con cómo se han forjado estos. Si bien están de moda -recordando que la moda está condenada a lo efímero-, vale aprovechar su actualidad, para una mejora. Hay que darle una ojeada a los Derechos civiles y políticos, modernamente enemistados con los derechos sociales y culturales, en constante y desigual batalla.

 

También hay que checar los derechos de primera, segunda, tercera y hasta cuarta y quinta generación, los derechos fundamentales, los tratados, cartas y convenciones internacionales de DDHH. A estas cartas, tratados convenciones y generaciones de derechos hay que bajarlos de la letra a la realidad, y trasladarlos a esos casos en donde a destajo se observan constantemente vulnerados: en las mujeres, la población indígena, la niñez, la diversidad sexual, y un largo etcétera. Hay que hacer una crítica deconstructiva y propositiva. Eso hay que hacer.

 

Se debe aprender a ser en y desde los derechos humanos,  apostar a una ética de la alteridad u otredad que invite a ponerse en las ropas del otro y acompañarle en caminos hacia la emancipación. La interculturalidad es igualmente significativa como una alternativa muy “otra”, como opción para pensar y  situarse en un plano distinto para observar el derecho de todos.

 

 Y por qué no, ya que nuestro sistema mundo se funda en la explotación de nuestro continente, repensar estos derechos en clave Latinoamericana o en clave Abya-yala.

 

El gran pilar de la modernidad que era el Progreso, ha dado al traste con toda esperanza de ídem. Pero nos queda la Esperanza.

 

*Licenciado en Psicología por la UASLP, actualmente Maestrante en Derechos Humanos por la misma casa de estudios. Experiencia laboral como Psicólogo de más de 10 años con poblaciones consumidoras de sustancias psicoactivas o drogas. Actualmente investigando acerca de las situaciones de indignidad que viven las personas consumidoras de drogas en sus estancias en centros de rehabilitación o Anexos.

 

 psic.ivanmartinezgarcia@gmail.com

 

Bibliografía.

De Sousa Santos, B.  2012. Derecho y emancipación. Quito, Ecuador:

Pensamiento jurídico contemporáneo. 266 p.

Dussel, E. 1999. Postmodernidad transmodernidad: diálogos con la filosofía de

Gianni Vattimo, México: Lupus inquisitor.

Herrera, S. et al. 1995. Para una filosofía liberadora. San Salvador, El Salvador:

 UCA editores.

Hunt, L.  2009. La invención de los derechos humanos. Barcelona, España:

Tusquets. 288 p.

 

 

[1] Consulta electrónica de la entrevista http://ctxt.es/es/20160323/Politica/4947/Boaventura-de-Sousa-Santos-entrevista-Europa-fronteras-derechos-humanos-colonialismo visitada el 31 de Marzo de 2016.

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