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El uso de la hermenéutica como herramienta de análisis de políticas públicas

Palabras clave: México, Hermenéutica, Políticas Públicas, Gobernabilidad, Derechos Humanos, Conflictos Sociales, Cientificismo, Crítica.

Abel David Salto Rivera*

Número 5, año 2, septiembre-diciembre de 2015

 

Las políticas públicas no deben ser evaluadas por análisis cientificistas cuantitativos que pueden ocultar los verdaderos conflictos y proveernos de respuestas que aparentan ser veraces, por ser datos «concretos». Deben ser evaluadas a través de la participación discursiva de los sujetos afectados, que analicen y critiquen con respeto y honestidad el fundamento y los resultados de dichas políticas.

 

Debido a cuestiones históricas, el estatismo —entendido como el control centralizado de las acciones por parte del Estado— ha impedido la adecuada participación de la sociedad en la solución de los conflictos de nuestro país. Se ha establecido un claro partidismo que solo provoca la simulación de políticas por parte de los partidos, donde éstos, fingen inclinaciones y perspectivas para conseguir votos. Independiente al color que utilicen, lo cierto es que los políticos, ya en grupo como partidos o de manera independiente, reducen a la actividad política a empresas lucrativas donde su fin es conseguir beneficios económicos. En una sociedad que considera el voto como su única forma de participar, los políticos solo deben reunir esfuerzos en tener mayoría en las urnas y posteriormente obtienen libertad de acción, respecto de la toma de decisiones en el país.

 

Los titulares del poder ejecutivo, así como los diputados, quienes podrían generar respuestas sociales adecuadas desde el Estado, provienen del centro de este conflicto partidista. Ante esto, la única respuesta parece estar en que la sociedad obtenga la dirección de las políticas que se realicen, pero existen algunos puntos importantes a analizar, tales como; de qué manera se legitimaría este control social; cómo se fundamentaría para evitar caer en los mismos o nuevos errores; y de qué manera se deben plasmar los fines, para garantizar que sean adecuados.

Ante estas cuestiones, la solución parece estar en los derechos humanos.

 

El propósito de los discursos en materia de derechos humanos, es garantizar su cumplimiento, pero resulta evidente que tal fin no se está cumpliendo. La denuncia generalizada de la desvinculación de la teoría y la práctica en materia de derechos humanos, nos lleva al análisis crítico, desde diferentes enfoques, para determinar qué conflictos existen entre éstas.

 

El derecho a la educación encuentra diversas complicaciones tanto en la teoría como en la práctica. Por una parte, desde la perspectiva de la teoría, es difícil determinar; los alcances del derecho a la educación; qué enfoques educativos son los más adecuados para cumplir con este derecho y; cómo garantizar que los modelos educativos sean adecuados, no solo desde la perspectiva de lo funcional sino para garantizar un desarrollo pleno del individuo. Por otro lado, en la práctica, la insuficiencia de recursos es utilizada para justificar, no solo la falta de calidad en la enseñanza, y el acceso a la educación, sino también corrupción en las instituciones relacionadas a la educación, discriminación de las subjetividades en espacios educativos, abusos y malas costumbres en prácticas educativas y en general.

 

El punto en el que la teoría tiene un puente con la praxis, en materia de derechos humanos, particularmente en educación, está en las políticas públicas. Las políticas públicas constituyen una disciplina académica que integra elementos tanto teóricos como prácticos (González, 2005, 99). Esta dualidad, implica que las políticas públicas deben tener, tanto la adecuada justificación teórica, para garantizar sus principios y fines, como su análisis práctico, para garantizar su viabilidad y el cumplimiento de sus objetivos con indicadores claros y confiables.

Si las políticas públicas carecen de cualquiera de estas cuestiones, no se puede garantizar que cumplirán con sus objetivos. Es por esto, que se debe tener un mecanismo de análisis y crítica, que permita estudiar las políticas públicas tanto en sus fundamentos teóricos, como en su aplicación práctica. Este mecanismo debe garantizar, no solo su flexibilidad para análisis tanto teórico como práctico, sino la validez de los resultados.

 

En este trabajo se analiza el uso del método hermenéutico crítico, como herramienta para analizar las políticas públicas en materia de educación. En primer lugar se determinan las características del papel de las políticas públicas. Posteriormente, se establecen las características de la hermenéutica. Finalmente, se establecerán los pasos del método hermenéutico crítico con el llamado espirar hermenéutico.

 

Políticas públicas

 

El análisis de las políticas públicas en México, debe iniciar con una adecuada contextualización histórica. Luis Aguilar nos proporciona un breve análisis de cómo los conflictos fiscales de las últimas dos décadas del siglo pasado, dieron lugar a diversas propuestas de transformación del sistema político en México. Se parte de un escenario en el cual, el sistema económico gira en torno a principios como el proteccionismo, el sistema político es unipartidista, centralizado y presidencialista. Estos conflictos fueron enfatizados por diversos sectores de la sociedad y la oposición política, quienes demandaban la democratización del estado (Aguilar, 2004, 15-21).

 

Se planteaban diversas directrices de solución que se pueden dividir en dos; la primera, desde la perspectiva de la participación social, impulsada por estudiantes, trabajadores y pueblos indígenas, que ha pretendido resolver los problemas de manera directa para terminar con el estatismo y la centralización; y la segunda, que busca apostar por la creación de un sistema democrático sólido y legítimo.

 

Para esta pretensión de garantizar un sistema democrático, que permitiera oposición, competencia política y finalmente terminara con el presidencialismo, se consideró que las elecciones legales e imparciales eran «las condiciones necesarias y suficientes para neutralizar el error decisional del gobierno y su cadena de efectos nocivos» (Aguilar, 2004, 20). 

 

Lo que se pasó por alto es que un gobierno elegido democráticamente puede cometer errores. No solo se debe de hablar de un gobierno democrático, sino de algo más importante, que es la gobernabilidad democrática. La adecuada gobernabilidad democrática es entendida como la unión de «un orden institucional apropiado… y un proceso decisorio articulado, robusto, con condiciones analíticas» (Aguilar, 2004, 21). Es esta segunda característica, la que debe ser analizada en este apartado.

 

Al analizar la toma de decisiones, por parte del gobierno, surgen diversos temas; primero es establecer si existe una o varias formas adecuadas de tomar las decisiones, estableciendo cuál es el parámetro válido para determinar lo entendido por adecuado. Segundo, se debe determinar de qué manera se puede garantizar que se está siguiendo el método o métodos correctos en la práctica. Finalmente, analizar la manera adecuada de calificar que las decisiones tomadas fueron las correctas.

 

Respecto a la forma adecuada de tomar decisiones, resulta complejo determinar y justificar las causas de que un criterio sea mejor o más adecuado que otro. Un análisis racional parece el punto adecuado de partida, pretendiendo que dicha racionalidad garantice principios como viabilidad, eficacia, eficiencia y objetividad.

 

Por racionalidad entendemos una serie de atributos que se espera que tenga toda política pública, como son eficiencia, eficacia, economía, productividad y oportunidad. Cuando decimos que el principal objetivo de las políticas públicas es darle racionalidad a la acción estatal, básicamente estamos diciendo que la administración pública debe estar guiada por estos principios (González y Vázquez, 2011, 31).

 

Sin embargo, tal método debe estar acompañado de principios que impidan una visión utilitarista que pueda justificar acciones erradas o dañinas para ciertos sectores. A este respecto, una propuesta radica en añadir perspectiva de derechos humanos a las políticas públicas.

 

Adoptar la perspectiva de derechos humanos, al tema de la toma de decisiones en las políticas públicas, agrega dos puntos fundamentales; la dignidad humana, como factor fundamental al considerar los objetivos y alcances de las políticas públicas y; los compromisos en materia de derechos humanos en el plano internacional (González y Vázquez, 2011, 20).

 

Desde esta postura de contemplar compromisos/obligaciones internacionales, se establecen ciertos principios:

 

Obligación de respetar. Ninguno de los órganos pertenecientes al Estado, en cualquiera de sus niveles, e independientemente de sus funciones, debe violentar los derechos humanos, ni por medio de acciones ni a partir de omisiones.

 

Obligación de proteger. Los órganos pertenecientes al Estado deben evitar que los particulares violenten los derechos humanos.

 

Obligación de garantizarAnte alguna violación a derechos humanos, el Estado debe realizar la investigación correspondiente, sancionar a los responsables de la violación, reparar el daño causado a la víctima y asegurar medidas de no repetición.

 

Obligación de satisfacer. Los órganos de gobierno deben realizar acciones tendientes al cumplimiento de las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos (González y Vázquez, 2011, 21).

 

Resulta importante complementar estos principios de cumplimiento de obligaciones internacionales, con principios de garantía de adecuado cumplimiento. En este sentido se establece la necesidad de fundamentar los parámetros adecuados siguiendo estos principios:

 

Garantizar “la satisfacción de por lo menos los niveles esenciales de cada uno de los derechos” Máximo uso de recursos disponibles. Este principio implica que los Estados deben realizar los esfuerzos necesarios y, más aún, demostrar que los están llevando a cabo, para cumplir y garantizar los derechos humanos mediante la utilización de todos los recursos que tengan a su alcance.

 

Realización progresiva de los derechos y no retroceso. Este principio exige al Estado asignar los recursos adecuados para el avance progresivo en el cumplimiento de los derechos de acuerdo con el principio anterior de máxima utilización de recursos disponibles.

 

No discriminación e igualdad. Este principio –en el contexto de las obligaciones de los Estados en materia de derechos humanos y su impacto en las políticas públicas y los presupuestos– busca asegurar que los recursos públicos sean asignados mediante criterios de equidad y universalidad. La característica de universalidad no debe representar un impedimento para “reconocer ciertos grupos cuyos integrantes necesitan protección particular”.

 

Transversalidad e integralidad. Implica que la perspectiva debe permear todas las estructuras gubernamentales.

 

Transparencia y rendición de cuentas. Este principio dicta que durante todas las fases del proceso presupuestario debe existir información disponible para evaluar la asignación y el ejercicio de los recursos con base en los principios y consideraciones de la perspectiva de derechos humanos.

 

Participación ciudadana. Este principio indica que todas las fases del proceso presupuestal y de las políticas públicas deben ofrecer a todas las personas interesadas la oportunidad de formar parte en las decisiones, así como recoger y valorar sus propuestas (González y Vázquez, 2011, 26).

 

Estos principios finalmente pretenden garantizar que los objetivos de las políticas públicas sean adecuados en cuanto a que tengan perspectiva de derechos humanos, pero es evidente que no solo se trata de que los objetivos sean adecuados, sino de que se cumplan. Para éste propósito, se ha establecido la llamada programación basada en resultados.

 

El enfoque de presupuestos basados en resultados se concibe como un conjunto de mecanismos mediante los cuales es posible establecer una relación –directa o indirecta– entre las decisiones y asignaciones del gasto público y una serie de resultados medibles (González y Vázquez, 2011, 36).

 

Debemos cuestionar este método, que se basa en lo «medible», preguntándonos, si todos los resultados pueden desde un adecuado método, medirse o en todo caso que hacer con lo que no pueda ser medido.

 

Independientemente de los resultados, todo el proceso debe ser adecuadamente analizado de manera continua, tanto en su fundamentación (saber si los principios son adecuados y si se deberían de modificar o agregar) como en su implementación (si en la práctica, esos principios están siendo aplicados y son adecuados a los conflictos). Para esto, debemos contar con una herramienta que pueda ser aplicada en estos contextos. En el siguiente apartado se analiza el uso de la hermenéutica crítica, como herramienta de análisis.

 

Hermenéutica crítica

 

Ante un método de análisis que ha sufrido cambios a lo largo de su historicidad, es importante hacer mención de su evolución. El análisis histórico y etimológico de la palabra hermenéutica, siempre implica ir a la antigua Grecia.[1] Analizar la función de la hermenéutica como una forma de interpretar los designios divinos a los hombres. Y obligatoriamente lleva a hablar del dios griego Hermes y sus iguales en otras culturas como la egipcia y la romana. Hermes transmitía aquello que los hombres no podían entender, era el mensajero del destino de la humanidad, el encargado de conducir a los hombres hacia la comprensión (Planella, 2009, 52).

 

Se rescata un poco del significado y función del Helenismo, como este mecanismo de llevar lo dicho en Grecia al resto del mundo antiguo. Así mismo, se analiza el surgimiento de la hermenéutica religiosa y la filológica.

 

La hermenéutica religiosa es el resultado del contacto de dos culturas, la griega y la hebrea, que conciben la realidad de manera diferente, de acuerdo a su cultura y religión. Para los griegos, la historia es circular, mientras que para los hebreos, todo tiene un inicio y un final y por ende, el pasado tiene una importancia trascendental, reivindicando con esto la importancia de estudiarlo (Ferraris, 1999, 15).

 

En principio, el fundamento del uso de la hermenéutica surge del hecho de que toda palabra ajena, ya sea por cuestiones culturales, históricas o respecto de su enfoque, pueda estar expuesta al malentendido y por lo tanto deba requerir que la hermenéutica intervenga en toda comunicación interpersonal, y que todo comprender sea un interpretar.

 

La hermenéutica puede tener múltiples lecturas que han sido estudiadas por Palmer y que se pueden estructurar en las tres categorías siguientes:

 

Hermenéutica como decir: hace referencia a la norma de expresar alguna cosa y al estilo como lo expresamos. Un ejemplo sería la interpretación que hace un músico de una determinada pieza. Hermenéutica como explicar: esta variante de la interpretación pone énfasis en el aspecto discursivo de la comprensión. Conjuntamente apunta a la idea de que el significado es una cuestión de contexto y que el procedimiento explicativo proporciona el escenario para la comprensión.

 

Hermenéutica como traducir: interpretar significa traducir. La traducción, sin embargo, es una forma especial del proceso interpretativo básico que consiste en comprender (Planella, 2009, 4).

 

Para Heidegger, la hermenéutica va más allá de interpretar obscuridad.  Para Heidegger, no solo todo conocimiento es histórico-hermenéutico, sino que la hermenéutica es nuestra existencia entera, en cuanto que nosotros mismos somos parte de aquella tradición histórica y lingüística que convertimos en tema de las ciencias del espíritu (Ferraris, 1999, 15).

 

En este sentido Gadamer establece que su pretensión no es dar reglas o pasos de interpretación, como la hermenéutica clásica, sino que pretende someter el conocimiento a un debate:

 

Suscitar un debate filosófico respecto a las condiciones de posibilidad de la comprensión y finalmente se propone ilustrar cómo en el comprender se realiza una experiencia de verdad y de sentido irreductibles al método del pensamiento científico moderno. El discurso que se asume y ejerce como totalitario puede homogeneizar ciertos ámbitos particulares de la realidad, limitando la riqueza vital de la interpretación y agravando la compleja situación que hoy vive la sociedad. Una acción responsable del ejercicio interpretativo se vincula con el trabajo ético del compromiso solidario por la vida plena de toda la humanidad, en consecuencia se tiene que aspirar a relaciones dialógicas de comunicación en términos de construcción de nuevos espacios del pensamiento cuya condición sea el ejercicio de la racionalidad (Arráez; Calles; Moreno, 2006, 171-181).

 

En este mismo sentido del discurso, Beuchot, siguiendo la línea de Gadamer, Ricoeur, Apel, Habermas, Rorty y Vattimo, vuelve a presentarse el análisis de una hermenéutica denominada analógica, que trata de evitar caer en los desvíos del univocismo y el equivocismo (Beuchot, 2005, 5). Beuchot da un adecuado resumen estableciendo que:

 

La hermenéutica, busca la mediación, la comunicación, la comprensión. Gadamer insiste en la necesidad de la conversación o diálogo. Ricoeur le añade la urgencia de rescatar la memoria del tiempo. Apel y Habermas vuelven a insistir en el diálogo, de modo que la filosofía misma sea discursiva, argumentativa. Adela Cortina y Jesús Conill tratan de encontrar esta mediación aplicando la hermenéutica a la ética discursiva apeliano-habermasiana, para que tenga un modo más humano de llevarse a cabo. Rorty rescata el aspecto de conversación que debe tener la filosofía, de modo que sea edificante y no sistemática. Vattimo recalca el aspecto de comprensión, de aceptación y de inclusión que se ha de tener respecto de la diferencia. Ortiz-Osés insiste en la necesidad de la mediación, que él encuentra en forma de implicación o co-implicación de los opuestos (Ortiz-Osés, 2003, 99).

 

Este abrumador despliegue de perspectivas y posibilidades es solo una breve ojeada de todas las posibilidades que la hermenéutica posee. De este modo, debemos establecer la unión entre las políticas públicas como objeto y la hermenéutica como herramienta de análisis.

 

La hermenéutica como herramienta de análisis de las políticas públicas

 

De acuerdo con lo que se estableció en el primer apartado, las políticas públicas son instrumentos racionales, que establecen las directrices sobre las cuales el gobierno emprenderá acciones sobre determinadas cuestiones (que tengan carácter público) que deben estar debidamente fundamentadas y se debe calificar sus resultados. Esto implica diferentes puntos de análisis:

 

  1. Las implicaciones de lo racional.

  2. La manera de fundamentar que directrices deben ser vistas como públicas.

  3. La manera de cómo se debe fundamentar una política pública.

  4. Y finalmente, la forma en que debe ser calificada.

 

Así mismo, se estableció que lo adecuado, es la pluralidad de sujetos, analizando los diferentes puntos de las políticas públicas. Es decir, que lo adecuado es que a la par de los gobernantes, los diferentes sujetos sociales participen en el debate y la crítica, para que sean tomadas todas las perspectivas y se mantenga una gobernabilidad democrática.

 

En el segundo apartado, se estableció que la postura de Gadamer, respecto de la hermenéutica, es que ésta debe partir del diálogo entre diferentes sujetos, para debatir y criticar no solo la obscuridad de un tema, sino la manera de concebirlo y calificarlo.

 

A través de la hermenéutica, se pueden analizar diferentes fuentes de información, textos, libros o discursos “son fuentes importantes de datos los discursos políticos, las leyes, fundamentaciones, planes, programas y textos.” (Weiss, 1983, 27). Esto implica que la hermenéutica permite un análisis de los cuatro puntos de las política públicas.

 

En el primero de los puntos, referente a la racionalidad, debemos retomar el análisis del conflicto entre la hermenéutica y el método cientificista dominante (Weiss, 1983, 28). Autores de diversas posturas, han criticado la manera en que la ciencia ha absorbido la idea de racionalidad, validez y la posibilidad de comprobación. Sin embargo, a diferencia de muchas posturas, que parecen confundir herramientas con usos, en el sentido de culpar a la herramienta por el mal uso que se le da, o que simplemente buscan criticar una postura, para dar validez a otra, la crítica que desde la hermenéutica hace Weiss, del cientificismo, se basa en considerar a éste, como limitado:

 

El problema mayor del método positivista de análisis de contenidos es sin embargo su alcance. Es esencialmente un método de verificación o falsificación de hipótesis. La construcción, modificación, aplicación de hipótesis cae fuera de su alcance y responsabilidad. Esta tarea sin embargo es fundamental en muchos análisis de textos (Weiss, 1983, 119).

 

Weiss establece la hermenéutica tiene un sentido diametralmente opuesto. «La finalidad no es la comprobación o falsificación de una hipótesis en forma de función, sino la paulatina modificación y adaptación de una red de tesis sobre el texto que termina tras un largo proceso en un patrón de sentido». (Weiss, 1983, 128).

 

Ante esto, se establece que la hermenéutica «liberada de su idealismo filosófico, puede constituir una orientación valiosa para múltiples investigaciones sociales» (Weiss, 1983, 28) y en general, aportar criterios adecuados para garantizar la racionalidad.

 

Respecto del segundo punto, sobre lo que debe ser determinado como público, debemos considerar que no es tema fácil ni completamente resuelto. La forma tradicional de concebirlo es la afectación, sin embargo, la violencia contra la mujer, históricamente se podría establecer como de gran afectación, tanto en cantidad estadística, como en importancia y durante mucho tiempo fue considerado un problema privado. El análisis de discursos sobre ética y derechos humanos, puede ser de gran utilidad, para determinar lo que debe tener carácter público, independiente a las estadísticas o las tradiciones en el derecho.

 

En el tercer punto, respecto de la fundamentación de políticas públicas, debemos establecer que puede encontrarse en diferentes tipos de discursos, de ética, diversas ramas del conocimiento, de historia  y estos discursos pueden ser de diferentes tiempos o contextos culturales. Esto implica la necesidad de un análisis que pueda ser un puente entre el discurso que se requiere y el contexto de implementación actual. A diferencia de las concepciones clásicas de hermenéutica, donde se establecía que el analista debía salirse de su propio contexto, para entender el contexto del texto y de quien lo había escrito, con Gadamer, la idea es la opuesta, ya que éste establece:

 

Lo inevitable de la posición propia del intérprete y enfatiza la necesidad de comunicación práctica con el pasado. El intérprete debe distanciarse reflexivamente del texto original a la vez que debe comprometerse con el texto; debe interpretar el tiempo y la situación del texto original y a la vez interpretar su propio tiempo; asimismo debe interpretar la desigualdad entre los dos tiempos. (Weiss, 1983, 29).

 

Esta perspectiva abre la posibilidad a utilizar textos de diferentes tiempos y culturas, para fundamentar políticas públicas en México, tratando de dar con esto, bases sólidas y adecuadas a la estructura de dichas políticas. Permite al analista, “reconstruir su comprensión del mundo y su auto-comprensión, y superar los límites por medio de su reflexión” (Weiss, 1983, 32).

 

En este mismo sentido, se plantea el uso de la anticipación de sentido en el llamado «espiral hermenéutico». En el que el analista, concibe desde un primer momento una hipótesis, del sentido de un texto y partiendo de esta, lo reanaliza hasta desentrañar la verdad del sentido de dicho texto. Esto permite que el analista de políticas públicas, genere una hipótesis de un texto, que considere, le servirá para fundamentar la política analizada.

 

Finalmente, respecto de la calificación de las políticas públicas, se debe partir de que es un momento crucial desde la perspectiva de la política (en su connotación partidista) ya que es donde se determina si fue adecuada la directriz elegida, si valió la pena el gasto público y si se cumplieron los objetivos. Pero la pregunta es: ¿En qué consiste la garantía de que la calificación que se dé, será adecuada?  No parece correcto basarnos en datos cuantitativos, que siempre pueden ser «maquillados» o en argumentos vagos que pueden caer en demagogia. Calificar, debe implicar el tener una idea de lo adecuado (lo que se espera que debe ser el resultado ideal) y esta idea, debe ser contrastada con el resultado real. Sin embargo, ese ideal primario, debe estar fundamentado y el contraste de resultados debe tener los mismos parámetros que el fundamento utilizado en la política pública. Por ejemplo, si se quiere calificar una política pública en materia de educación, cuyo parámetro de creación fue el pluralismo como forma de garantizar que se preserve la identidad cultural del individuo como miembro de pueblos indígenas, a través de los modelos educativos, no sería adecuado calificar la política, desde el punto de vista de si benefició a toda la población estudiantil, ya que estaba dirigida a ciertos sectores en particular, los estudiantes de los pueblos indígenas.

 

Es por esta razón, que resulta importante justificar cualquier análisis o crítica a la calificación de las políticas públicas desde la hermenéutica, partiendo de la congruencia que debe tener con la fundamentación de los objetivos y de la política completa.

 

Conclusiones

 

Independientemente de si se puede dar fin al estatismo imperante en México, lo cierto es que el gobierno es quien de primera mano debe resolver los conflictos sociales. Las políticas públicas constituyen un importante mecanismo para la resolución de estos conflictos si se les correlaciona a los discursos sobre derechos humanos.

 

Sin embargo, para garantizar que esas políticas sean adecuadas para todos los sujetos sociales, se debe establecer una gobernabilidad democrática, mediante la participación.

 

En este sentido, se requiere de un esquema de análisis, que pueda estar presente en sus cuatro momentos importantes para el análisis y la crítica de las políticas —la racionalidad, el carácter público del objeto, la fundamentación y la calificación.

 

El análisis hermenéutico cumple con estos objetivos y permite la posibilidad de realizar una paulatina modificación y adaptación de una red de tesis sobre lo analizado, siendo más adecuado esto para el estudio y crítica de políticas públicas, que un estudio cientificista, que se constriñe a probar o demostrar como falsas, determinadas hipótesis.

 

La validez de los resultados de un estudio hermenéutico a políticas públicas, no consistiría en análisis cuantitativos que pueden ocultar los verdaderos conflictos y prevernos de respuestas disfrazadas de veraces, por ser datos «concretos», sino de la participación discursiva de los sujetos afectados, que actúen con respeto y honestidad en el discurso.

 

Bibliografía

 

Aguilar Villanueva, Luis (2004), “Recepción y desarrollo de la disciplina de política pública en México. Un estudio introductorio”, en Sociológica, año 19, núm. 54.

 

Arráez, Morella; Calles, Josefina; Moreno de Tovar (2006), “La Hermenéutica: una actividad interpretativa”, Revista Universitaria de Investigación, vol. 7, núm. 2.

 

Beuchot, Mauricio (2005), El estado de la cuestión, hermenéutica, Diálogo Filosófico 61.

 

Ferraris, Mauricio (1999), La hermenéutica, México:  Aguilar/ Altea/ Taurus /Alfaguara.

 

González Arreola, Alejandro y Luis Daniel Vázquez Valencia (2011), “Fundamentos para la determinación de políticas pública en derechos humanos”, en Programa de Capacitación y Formación Profesional en Derechos Humanos. Fase de formación especializada, México: Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

 

González Tachiquín, Marcelo (2005), El estudio de las políticas públicas: un acercamiento a la disciplina, México: Quid Juris/ Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM.

 

Ortiz-Osés, Andrés (2003), Amor y sentido. Una hermenéutica simbólica, Barcelona: Anthropos.

 

Planella, Jordi, (2009) “Pedagogía y hermenéutica. Más allá de los datos en la educación”, Barcelona: Revista Iberoamericana de Educación.

 

Weiss, Eduardo (1983), Hermenéutica crítica y ciencias sociales, México, DIE/CINVESTAV/IPN.

 

 

[1] Dentro de los filósofos griegos que implementaron el término está: Platón, Aristóteles, Jenofonte, Plutarco, Eurípides, Epicureo.

 

*Abel David Salto Rivera es Licenciado en Derecho por el Tecnológico de Monterrey y Maesto en Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. abel.salto@gmail.com

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